Monday, September 19, 2016
Ancile: JENIFFER MOORE Y PASTOR AGUIAR: AMOR Y POESÍA
Ancile: JENIFFER MOORE Y PASTOR AGUIAR: AMOR Y POESÍA: Tenemos el gusto de ofrecer para la sección, Amor y poesía, del blog Ancile, los preciosos y sentidos poemas de amor, seleccionados para l...
Monday, June 06, 2016
POETARIO: El tren de las 7 AM
POETARIO:
El tren de las 7 AM
Ruge como si fuera un t...: El tren de las 7 AM Ruge como si fuera un toro en ruedo, devorando el día, no le importan los pies del pasajero. L...
El tren de las 7 AM
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Thursday, October 29, 2015
Poema a Miguel Salvat, por Jeniffer Moore
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Sunday, February 22, 2015
Ancile: LA BIBLIOTECA CELESTE, poema homenaje de Francisco Acuyo para Rafael De Cózar
Ancile: LA BIBLIOTECA CELESTE: Para la sección de Poesía del blog Ancile, he querido rendir particular y humilde homenaje al poeta y profesor Rafael de Cóza...
Wednesday, February 18, 2015
DECEPTIO, poema de Jeniffer Moore para el blog Ancile, del poeta Francisco Acuyo (Granada, España)
POETARIO: Ancile: AMISTAD Y POESÍA: Inauguramos una nueva sección del blog Ancile intitulada Amistad y Poesía , y lo hacemos con ...
Tuesday, February 10, 2015
Poema para la reina de Saba, por Jeniffer Moore. Dedicado in memoriam a Analía Podestá, una docente argentina ejemplar y gran amiga
Poema para la reina de
Saba
A Analía Podestá, in memorian
Te vi en el sueño, serena sonreías
extendida en el abrazo como antes
cuando en nuestro pecho
cabecitas con
piojos suplicaban cariño.
Como era entonces, cuando las tormentas
empujaban mar adentro y temblaba
mi casa en las
arenas, sus líquidas paredes,
y nuestros pies descalzos.
Reina de Saba con tus presentes de oro,
ese brillo sin igual de tus palabras.
Mi niña en tus jardines, dio sus primeros pasos;
por las ventanas de la casa grande
vio los mismos crepúsculos dorados
que soñabas para ella, maternal e infinita.
“Escanéame, dijiste, y muéstrales
que no hay por qué rendirse.”
Yo te he visto oficiar de gladiadora,
como una fiera defendiendo hijos
que no eran tuyos. Pequeñitos
de delantales blancos y la piel tiznada
en cuyos ojos dormían las tristezas.
Todos los niños del mundo te dan gracias,
con tu presencia la escuela fue delicia
que nunca olvidaremos.
Migrante sin anuncios
no pude estar contigo peleando tus dolores
pero las golondrinas de Abril en mi ventana
confesaron al viento que te habías ido
en el vuelo triunfal de los tenaces.
Jamás ha de extinguirse tu presencia, reina
tu copa cristalina renueva nuestros sueños,
tu huella poderosa se adelanta.
Jeniffer Moore
Saturday, January 03, 2015
POETARIO: ENTORNO LITERARIO, NUEVA REVISTA DE LETRAS
POETARIO: ENTORNO LITERARIO, NUEVA REVISTA DE LETRAS: Ancile: ENTORNO LITERARIO, NUEVA REVISTA DE LETRAS : Entorno Literario , una nueva iniciativa editorial que en muy poco tiempo hará su apari...
Wednesday, November 19, 2014
Poema FLOR DELICUESCENTE, de Francisco Acuyo
Ancile: FLOR DELICUESCENTE: Para la sección del blog Ancile Poema semanal traemos los versos que intitulan un poema de No la flora para la guerra, 1987 en primera edi...
Wednesday, November 05, 2014
POETARIO: Premio CRISTINA FALERONI presenta. a JENIFFER MOOR...
POETARIO: Premio CRISTINA FALERONI presenta. a JENIFFER MOOR...: CRISTINA FALERONI presenta.: JENIFFER MOORE : Mes de Octubre de 2014 - Argentina www.facebook.com/jeniffermoorefanpage Mirtha Rosa Chera...
Thursday, June 05, 2014
Cuentos y algo más: Es ella quien te mira
Cuentos y algo más: Es ella quien te mira: 1 Hace mucho tiempo que tiene una historia que deambula por su mente. Según él, da para mucho más que un cuento. Pero siempre que s...
Thursday, May 08, 2014
Poema de Francisco Acuyo, SIGNO Y UMBRAL
POETARIO: Poema de Francisco Acuyo, SIGNO Y UMBRAL: Ancile: SIGNO Y UMBRAL, POEMA DE LA SEMANA : Ofrecemos el poema titulado signo y umbral, del libro Cuadernos del ángelus (1992), en la misma...
Sunday, April 13, 2014
Reflexiones existenciales de José Bullaude, desde Buenos Aires.
José Bullaude |
Por este
camino ya prefijado hace miles de años, a mis 95, voy en mi sillón de ruedas
buscando el final de mi vida y si Dios me ayuda, también el sentido. Me
acompañan todos los amigos íntimos, hombres, mujeres y animales que amé y me amaron. No
quiero dejar de incluir a los animales, seres maravillosos, porque son
claramente capaces de amar más que nosotros, manifestando una sensibilidad muy superior
a la nuestra. Fuimos y somos una gran familia.
Y en este
trayecto me acompañan también las palabras de Hubert Reeves, quien dice:
“Sea cual fuera la visión, científica o mística
que tengamos de nuestros orígenes, sea cual fuera nuestra convicción, ya
determinista o escéptica, religiosa o agnóstica, sólo hay una moraleja que vale
salvar de esta historia, un sólo dato esencial y es el siguiente: “Somos sólo
chispas de poco valor en relación con el universo”.
¿Tendremos la
sabiduría de recordarlo?
Estoy
persuadido que algún día, por causas que no conocemos, llegaremos a ser lo que
no fuimos pero podríamos haber sido. Y que llegará el momento en el cual veremos
el presente, como si el pasado y el
futuro al mismo tiempo se hubieran fusionado.
Y todo esto no será más que una vibración ancestral que nos está esperando
desde antes que llegáramos al mundo. Los
que nos siguen contemplarán no solamente lo analógico sino lo digital y lo
analógico unidos, que por momentos se atraerán y por momentos, se rechazaran.
¿Qué será de
esta herencia tan compleja, contradictoria y rica en posibilidades?
Si consultara nuestro
Eclesiastés, nos diría:
Excelencia de la sabiduría
11. Porque más vale la sabiduría que las perlas,
y todas las joyas no son comparables.
12. Yo, la sabiduría, vivo junto a la prudencia, y
el conocimiento de las reflexiones, poseo.
Voy ahora a
las vedas hindúes:
Es muy posible
que la idea del Orden Universal reflejada en el Veda fuese de origen indo-europeo, pues
una concepción similar se encuentra en el Avesta, en donde aparece el término
“Asa” con valores iguales al término “Rita”. Rita se vincula no solo con el
término avetico “Asa”, sino también con el hitita arta (cf.Arta-xerxes), con el
griego ararisko, cuyo sentido básico es unir (to join)y “ajustar”, “adaptar”
(to fit together), y con la palabra latina ritus, “ordenamiento, rito”. Todas
estas palabras se relacionan con la raíz indo-europea AR que significa “unir,
ordenar, encajar, ensamblar”. (Filosofía de la india, de Fernando Tola y Carmen
Dragonetti).
Y por último,
no quiero dejar de citar la familiar y maravillosa sabiduría de Don Abel
Camilo, viejo domador ya retirado en el ingenio de Los Ralos, quien me animó: “Hijo,
busca la oculta voz de Dios que te está esperando. Encuéntrala y verás que todo
es una sola cosa; Dios está escondido en ella para que la encuentres.”
Pareciera que
en el mundo actual existe la necesidad de que la paz sea lograda cuanto antes. En
este momento estamos viviendo la hora del Papa Francisco, humilde sacerdote de
una villa argentina quien convocó al mundo a vivir en paz. Esta es la hora de
la unión en el amor con el Papa Francisco.
Cuando Niels Bohr asistió a la explosión de la
primera bomba nuclear dijo, citando los UPANISHA:
_ Fue la explosión
de mil soles.
Hoy la humanidad
no quiere más explosiones destructivas. Y un Papa de una modesta villa
argentina está empeñado y en camino de producir el milagro de la unión
universal: La unión de todos los pueblos en una dimensión más alta que los
argumentos y las controversias e ideologías. La dimensión del alma de la civilización,
cuyo destino es la inmortalidad.
José Bullaude
Escritor
Bs. As. Argentina
Monday, April 07, 2014
POEMA DE PASTOR AGUIAR
POETARIO: POEMA DE PASTOR AGUIAR: Pensaba en la madrugada poner un poema. Son casi las cuatro AM. Pero he preferido teclear de primera mano esto, que no será verso, pero es ...
Saturday, April 05, 2014
LOS CUENTOS COSTUMBRISTAS CUBANOS DE PASTOR AGUIAR
BRUJULAS Y ESPIRALES: LOS CUENTOS COSTUMBRISTAS CUBANOS DE PASTOR AGUIAR: Tierrita de la discordia y otros cuentos Pastor Aguiar Editorial Voces de Hoy, Colección: Entre líneas, Miami 2013, 14...
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Wednesday, March 19, 2014
POETARIO: Breves palabras para Algunas tiernas imprecisiones...
POETARIO: Breves palabras para Algunas tiernas imprecisiones...: Algunas tiernas imprecisiones es un sueño dibujado con el grafito del alma y las alucinaciones de la vida cotidiana neoyorquina. En ...
Friday, March 07, 2014
Comunidad Coya: Gente sencilla y solidaria, por José Bullaude
Serie: Relatos Vivenciales de José Bullaude
18 de Enero de 1965
Se trataba de una
comunidad pequeña de gente solidaria. Buscaban
el interés común sin ambiciones personales y vivieron a 4500 metros de altura,
en San Antonio de los Cobres, al noroeste de Argentina en plena Puna, zona montañosa y desértica..
Leí un interesante manuscrito del antropólogo sueco Erik Boman quien escribió sobre su estadía de dos meses en este ignoto lugar en la cordillera de los Andes. Manuscrito
que se encontraba inconcluso. Me dejó la impresión que para Boman su paso por ese lugar había significado una experiencia mística. Cierto día, cayó en
mis manos como por milagro, el texto completo. La lectura de este documento me
motivó para viajar a conocer el pueblo San Antonio de los Cobres.
Ya en la estación de
Salta y antes de subir al tren que me llevaría hasta el pueblo emplazado a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar, me recibió cordialmente un coya de edad indefinida. No
recuerdo su nombre, lo llamé “El coya sabio”. Yo estaba con dos cámaras
fotográficas, él tomó una y me dejó la otra. Después me dijo:
Usted estará bajo
nuestra protección hasta que se vaya. Nuestra cultura es distinta a la maya.
La locomotora que
cruzaba la cordillera era especial, tenía un sistema de cremalleras que
permitía trepar en los lugares donde el suelo era tan empinado que el tren no
podía subir. Además los vagones eran pequeños. La locomotora estaba preparada
para avanzar entre la nieve y a su vez el enganche de los vagones permitía una
gran ductilidad en las curvas. Las vías constituían una maravilla de ingeniería
ferroviaria, con puentes imposibles de imaginar por cualquier ingeniero de imaginación
delirante. Increíblemente los vagones giraban aunque no debían.
En ese momento, el
maquinista saludaba a la gente del último vagón, con la alegría de los
pasajeros.
Había túneles donde nadie hubiera pensado
perforar la montaña, trayectos difíciles solucionados con imaginación creadora,
imaginación que por esta época no se había dado en el campo de ingeniería de puentes en ningún lugar del mundo. Debo aclarar que
toda esta maravilla permitía viajar entre montañas multicolores y ríos que serían
la envidia de la paleta de cualquier pintor célebre.
Debo agregar
también, que ese tren fue creado por ingenieros delirantes que lo idearon, por
otros ingenieros audaces que lo concretaron y por coyas, que lo implantaron. Todo
ese esfuerzo creativo científico y técnico al servicio del transporte de
productos, no de pasajeros.
Subí en el único vagón
disponible, una hora después.
El viaje
El único vagón de pasajeros
estaba repleto, entre pasajeros, colchones, bolsas llenas de comida, alguna
gallina, un corderito y una cruz de hierro.
No había lugar,
pero hicieron un poco de espacio para mí, como una atención por ser extranjero.
Todos eran muy amables conmigo. Comían y me convidaban, pero como yo no había
llevado nada para comer, no podía retribuirles y entonces rechazaba, agradeciendo la oferta.
No se ofendían y entendían cuando les mostraba mis manos vacías.
Un coya joven comenzó a tomar fotos, imitándome.
Increíblemente, después descubrí que las fotos que había tomado eran excelentes,
muy creativas.
Estábamos todos encimados pero no nos
molestaba. Siempre había la posibilidad de correr una pierna o sacar un brazo
para mayor comodidad del vecino. El clima en el vagón era irrespirable por el
olor de la comida fuertemente condimentada, con ingredientes desconocidos por
mi cuerpo. También, debo decir que el olor de las personas me resultaba distinto.
Aunque no desagradable porque era vital. Quiero subrayar la palabra vital, porque
toda la gente era de una vitalidad para mi apabullante. Años después, en Jujuy,
hablando con un médico Coya me aclaró:
- Nosotros tenemos
mal olor para ustedes. Pero debe saber que ustedes para los coyas, tienen olor
a cadáver.
A pesar del
amontonamiento, pude ver deslizarse un
paisaje encantador a través de las ventanillas del tren que cruzaba raudo la
montaña arrancándome grandes exclamaciones de admiración y asombro.
La dueña de la Posada
Aproximadamente a
las cuatro de la tarde llegamos a San Antonio de los Cobres.
El lugar con poca
gente, se veía ya oscuro. Bajé y un camino, casi por inercia, me llevó a la
única pensión que había. Una casa de muchas habitaciones, cocina grande con
sillas para acoger a la gente.
La dueña, muy
amable, sabía de antemano los síntomas que sobrevendrían al caer la noche pero
con prudencia me los iba diciendo a medida que aparecían.
A las dos horas cuando comencé a respirar con dificultad y me faltaba el aire, ella tenía preparado el té
de coca y el “acullico” que era una porción grande de hojas de coca con
bicarbonato. Debía mantenerla en la boca hasta formar una bola para prevenir mi “apunamiento”, es decir, mi
falta de oxígeno en la sangre, con a consecuente descompostura del estómago, los mareos y otros malestares físicos.
_ Si usted quiere
cenar no hay problema _dijo_ pero debe
comer una comida especial, creo que usted no la conoce. Si quiere mi consejo
tome hoy solamente te de coca._
Me invitó a la cocina donde conocí a un insólito personaje.
No recuerdo su nombre, pero era un experto meteorólogo de nivel internacional,
que estaba allí para informar a una compañía aérea internacional “Panagra”,
datos esenciales para el cruce de los Andes. Me entere que tenía un contrato
fabulosamente alto, por tres años y que la suma que él cobraba por su trabajo
anual equivalía a muchos años de salarios en este país.
¿Adónde manda usted
los datos? y ¿Qué seguridad tiene de que esos telegramas llegan a Buenos Aires? y él contestó “seguridad
total, el telégrafo argentino tiene una línea desde aquí a Buenos Aires y su
funcionamiento está asegurado por personal especializado muy bien pagado,
distribuido a lo largo de la línea. La argentina es miembro de la “Unión Telegráfica
Internacional”, a la que pocos países tienen el privilegio de pertenecer.
Llegó la hora de dormir;
sentía frío y me alcanzaron varias
frazadas. No se podía encender ninguna llama para calentar la pieza porque consumiría
más oxígeno. A pesar de que casi no podía moverme por el peso de las colchas, estaba
aterido por el frío. A las dos de la mañana me ahogaba. La dueña de la pensión,
que parecía saberlo todo, me estaba esperando en la cocina.
_Señor, _me dijo_ es
mejor que esta noche no duerma, a todos les pasa lo mismo. Tómelo con calma porque
mañana se va a sentir mejor_
El Cine y la
Escuela
Al día siguiente
salí a caminar con pasos muy lentos. Lo único que podía hacer, porque apurar el
paso, jamás. Caminé por la única cuadra donde estaban los lugares más
importantes: el almacén, el correo, la oficina de ferrocarril y el cine.
Su propietario, un
coya de edad indefinida, a quien voy a
llamar el coya que volvió del tiempo. Escribía poemas exquisitos. Sus conocimientos
abarcaban todo lo imaginado. Fue el hombre más fascinante que conocí en mi vida,
miembro de la Sociedad Internacional Rosacruz,
con sede en California, y con la cual mantenía contacto.
Yo esperaba que el
cine tuviera un nombre indígena pero para mi sorpresa era… ¡New Broadway!
Había una escuela
pequeña. El Ministerio Nacional de Educación les enviaba todos los años un
texto para cada alumno … El programa de estudios era igual al de Buenos Aires,
les proveían de guardapolvos blancos,
ropa y zapatos que a ellos no les servían.
Me resulto conmovedor
comprobar que hasta allí había llegado la obsesión alfabetizadora y el fervor
misionero de las maestras en su afán de enseñar a leer, escribir y ver que los
niños no aceptaban solamente las cuatro operaciones matemáticas básicas sino
que ¡Pedían álgebra!
En San Antonio de
los Cobres encontré a las cuatro maestras, enseñando en un galpón cedido por el
ferrocarril. En cuatro hileras de bancos, una estufa en el centro. Niños de
ambos sexos.
Cada hilera era un
grado. Funcionaba con niños que asistían solamente en verano por la nieve de
los inviernos. Llegaban a pie, en mula, como
pudieran. Los que vivían muy lejos eran alojados en las casas de las maestras.
Una sola vez, en la
historia de estas educadoras, había venido un inspector docente
quien sufrió tanto el efecto de la altura que se marchó rápidamente y nunca
más enviaron a otro.
Ese día no pude hacer otra cosa. Según me
informó el meteorólogo estábamos a cinco mil metros de altura, y las
condiciones de supervivencia eran demasiado exigentes.
Coyitas, genios
matemáticos
Hablando con las
maestras, me dijeron que a los alumnos les era fácil de todo lo que fuera
trabajar con números. Les gustaba y eran una luz para el pensamiento racional.
En nuestras escuelas comunes cuesta mucho lograr que los alumnos desarrollen el
pensamiento abstracto y recién en los últimos grados de la primaria lo tienen
desarrollado. Aquí lo sorprendente era que estos alumnos coyas cuando se
trataba de operar con números, resolver problemas aritméticos, abstractos o
manejar hipótesis sumamente complicadas, se entusiasmaban.
Las maestras además
de estar fascinadas por esta capacidad de abstracción de los niños, sospechaban
que algo había, quizá de carácter genético, o por la educación de la casa, que
permitía esta maravilla. Para los chicos la clase de matemática, al revés de lo
que ocurría en otros lados, era
fascinante.
Una comunidad inspiradora
En cuanto a las
cuatro maestras, era interesante saber que eran docentes por vocación y elegían
este lugar sabiendo del sacrificio que les esperaba. Una de ellas era de
Santiago del Estero. Otra de Salta, la tercera de Tucumán y la cuarta de Jujuy.
Todas nietas de docentes. Con los padres de los alumnos se establecía una
relación de ayuda mutua. Así por ejemplo: un chico que no podía venir a la
escuela por la distancia, era alojado en la casa de una maestra durante el
periodo escolar. Luego, los padres venían unas semanas antes para llevar al
niño y el padre del alumno se ocupaba de hacer en la casa todo lo que fuera necesario:
desde construir una nueva habitación hasta inventar un horno con latas viejas
de kerosén. Y cualquier otra necesidad, era
resuelta con creatividad y con lo que había a mano. Un trueque de
servicios donde todos eran beneficiados.
Además, traían
regalos para las maestras que les venían bien para la época de invierno: ropa,
comida especial que daba calorías y también las hojas de coca para combatir el
apunamiento. Vi allí una auténtica
comunidad educativa, muy inspiradora.
Vigilaban sin ser
vistos
Cuando ya me adapté
a la altura comencé a recorrer la zona; fui al cementerio, sólo cruces, todas
con apellidos” Mamani”. Apellido muy común, era como para nosotros “González”.
Me quedé siete
días, llegué a conocer bastante. La gente vivía dispersa entre las rocas, en la
montaña. Las agrupaciones eran por viviendas familiares. Vigilaban sin ser
vistos. A veces, yo me preparaba a descansar en una roca y en la distancia,
como surgido de la montaña, aparecía la figura de un Coya que me había estado
siguiendo y me saludaba moviendo la mano. Eran de un silencio profundo. Los varones y mujeres de
cuerpos tan sólidos, parecían piedras que caminaban. Sin embargo, sus músculos
eran elásticos.
Erik Boman lo sabía
Erik Boman fue un
antropólogo sueco que dedicó toda su vida a investigar en Argentina. Su familia
siempre quiso que fuera con ellos a Berlín o Londres, donde su palabra valdría
oro y no aquí, donde nadie valoraría su obra. Su área de trabajo fue esta zona.
Como reconocimiento a su dedicación y entrega al país, su tumba esta en el Pucarará de Tilcara, junto a los grandes
antropólogos de la
Argentina.
Boman, en sus
escritos, narra una costumbre de los habitantes de esta zona: cuando él se
instalaba en un caserío, este estaba despoblado. Los habitantes esperaban un
tiempo, para verlo actuar y luego iban regresando lentamente. Boman estaba
admirado de su capacidad de mimetismo con las piedras.
“Estaba esperando
su pregunta. Usted no podría entender”
Lo curioso fue el
cine New Broadway. Una noche fui a una función. La sala tenia asientos de
madera apoyados sobre ladrillos. Y estaba llena.
El proyector era de
dieciséis milímetros y la sorpresa de las sorpresas fue que la película que vi
esa noche era la historia de un libro del Medioevo hasta la actualidad. El
documental provino de un servicio que tenía la embajada de Francia por el cual suministraba películas
educativas. Duraba treinta minutos.
Cuando terminó la
función el público aplaudió. Estaban muy contentos. Hablé con el dueño del cine
y con todo respeto le pregunte si él me podía explicar por qué pasaba el mismo
documental siempre. A lo que me respondió:
“Estaba esperando
su pregunta. Como es lógico, usted no puede entender…Pero fíjese, es lo único
que yo consigo que me manden a este lugar fuera del mundo, y eso porque tengo
amigos en la embajada de Francia que son muy buenos y me cumplen. Además, la
gente de acá viene a la sala a ver cine y me subrayó la palabra cine, no
importa el argumento”.
“Es la fascinación
de la imagen en movimiento y sus colores. Pueden ver diez veces la misma
película y siempre se maravillarán”. El
Coya me dijo, poniendo una mano cordial en mi hombro:
Yo estoy usando el
cine en su forma más pura. Es la esencia del cine, el hecho de la fascinación
de la imagen que surge en la oscuridad, como un milagro”.
Le pregunté: ¿No se
aburren, no protestan? Le causó gracia.
A lo que me
contestó:
El aburrimiento es
un invento occidental, es la necesidad de un argumento que se desarrolla en el
tiempo con un pasado y un futuro. Ustedes no pueden prescindir del argumento, ni
del tiempo. El coya, en cambio, ve el
color y la forma en un presente eterno.
“Cuando Picasso
descubrió esto revolucionó la pintura occidental”. Yo estoy proyectando la
esencia del puro cine.
La lección de sabiduría
Y dijo, como quien
enseña a un analfabeto la lección de la sabiduría: el aburrimiento, la protesta,
es para la gente de las grandes ciudades que ha perdido su capacidad de vivir en
permanente asombro. Supe después, que no cobraba entrada.
Este señor era,
además, un poeta que escribía poemas exquisitos, de una gran sensibilidad.
Además, sabía de cine mucho más que yo.
Algunos días
después, él y las maestras vinieron a despedirme. Pronto vendría el tren. Quien iba a imaginar que medio siglo después construirían la gigantesca infraestructura por donde circula el célebre Tren de las Nubes y que paradógicamente seguiría siendo una fiesta tomar el tren para ir o volver de San Antonio de los Cobres. Miles de turistas de todo el mundo pasan actualmente por el lugar. Alguno podrá ver lo que yo vi? Alguno habrá leído en la mirada de los coyas ese aire milenario de cultura inextinguible, esa sabiduría de "piedra que camina"?
Dejaba una
comunidad dueña de una mística religiosa que el hombre de la ciudad había
perdido. Ellos sabían cuál es el lenguaje que a Dios le agrada. Sabían cómo
hablar con Él, literalmente en las alturas.
Últimas palabras sobre un extraño suceso
Boman descubrió y documentó un suceso místico en la
cordillera argentina. En el pasaje de Jama, el punto más alto de los Andes, donde existe
un pasadizo que cruza las dos montañas y el hielo refleja el piso y las
paredes, Boman vio esqueletos encorvados de Coyas muertos, que eran
transportados directamente por ese
espejo, llevados de un cementerio a
otro. Los Coyas estaban trasladando sus
muertos quien sabe por qué razón, de un lugar
a otro. Esto fue observado también por quienes cruzaban a lomo de mula para Sendero de Jama y por los muleros que iban y venían de Chile. Sobre
las paredes de hielo, como espejos mostrando una realidad misteriosa, se podía
observar el tránsito de los indios llevando los cadáveres encogidos de sus
muertos. Piedras vivas cargando piedras muertas en una escena que según las palabras del antropólogo sueco, marcó
su vida para siempre.
José Bullaúde
Escritor tucumano que reside en Buenos Aires. Actualmente a sus 95 años continua deleitándonos con su narrativa y sus numerosas historias de vida protagonizadas en sus viajes dentro y fuera del país.
Wednesday, February 12, 2014
Relato vivencial A BASTONAZOS SE SALVÓ UNA OBRA, de JOSÉ BULLAUDE
Con sus amigos llegan, con sus amigos
se van
A las ocho de la mañana, a fines de
diciembre, la secretaria de la Escuela Normal del Aire, me llamó por teléfono
diciendo:
_Aquí está un inspector, que se ha
instalado en su oficina y dice que él es el nuevo Director, que usted ya no es
más el director de la escuela._
_Está bien, Carmen, en seguida estoy
allá._
¿Qué había pasado? El día anterior había renunciado el Ministro de Educación de la Provincia. Los
cargos directivos, los ocupaban amigos del ministro, muchas veces sin
conocimientos específicos del sector que dirigían. El nuevo ministro traía su
gente. El título habilitante era la amistad. De manera que al renunciar el
ministro, se iban todos los amigos nombrados por él. No era mi caso.
Terminar un proyecto es un triunfo.
¿Continuarlo?... ¡No sea ingenuo!
Elegí, en la colección de bastones, el
más grueso. Lo había comprado en Hawai y lo usaban los brujos para correr los
malos espíritus. En el camino fui recordando: yo había presentado un proyecto
al Ministerio para la creación de una “Escuela Normal del Aire”. El problema
básico era que habían proliferado las estaciones de televisión pequeñas. Éstas
querían que el Ministerio les mandara personas para que divulgaran la cultura y
la educación. Pero el Ministerio mandaba maestros, que no sabían nada de
televisión y resultaba un fiasco. Por ese motivo, pensé que se podría crear una
Escuela Normal del Aire, donde los maestros aprendieran televisión y pudieran
actuar eficazmente, llevando al aire programas de educación formal, informal y
cultural.
El proyecto fue aceptado. Hacía dos
años, el ministro me había contratado la creación de la Escuela. En una semana
más, la Escuela
iba a terminar la formación de quince maestros capacitados para televisión. Mi
intención había sido acompañar durante los dos años a los alumnos en su
aprendizaje y despedirme de ellos, entregándoles sus diplomas, como egresados.
Mi esperanza ahora era que me dejaran hasta terminar el curso y aceptaran
después, mi renuncia. El hecho de concluir un proyecto era un triunfo. La
continuidad era sueño de un lírico. Para ingenuos, no para mí.
No me interesan sus razones
Al llegar a la escuela y entrar a mi
despacho, como yo ya sabía, me encontré con un señor en mi escritorio,
escribiendo.
_Buenos días señor…
No me contesta, ni me mira. Repito:
_Buenos días señor… quiero que sepa que
dentro de una semana yo voy a renunciar. Quiero solamente acompañar a mis
alumnos hasta el momento final en que reciben sus diplomas. Luego llamaré a un
escribano público, entregaré, con inventario, todo lo que el Estado me dio en
custodia._
El señor sigue escribiendo. No me
mira, no me contesta y le digo:
_Yo soy el director, no he renunciado,
no me han dejado cesante y por consiguiente usted está ocupando un lugar
que no le corresponde, disculpe mi franqueza._
El señor levanta la cabeza, me mira y
me dice:
_Usted ya no es nada. El director soy
yo_.
Y siguió escribiendo.
La actitud del inspector, que sabía
que yo no era director por amigo del ministro, me decía: “no moleste”. Me sentí como miles de argentinos se
sienten todos los días, al ser atropellados en sus derechos. Y se resignan,
pero en esa escuela yo había puesto parte de mi vida. No cabía la resignación.
Si no quiere escuchar
A esta piedra con saco y corbata, yo
le había dado mis razones legales y profesionales. Yo seguía siendo el
director, pero él no escuchaba mis razones “yo era nada”. Este inspector era
prepotente, de mentalidad dictatorial, acostumbrado a tratar con gente sumisa.
Mi conducta durante toda la vida fue respetar a los demás pero exigir que se me
respete. Las vías normales estaban agotadas. Para ser respetado había otras
vías, que yo conocía. Y ahora sí, debo confesar, que mi indignación, propia del
que sufre injustamente una afrenta, me invadió entero. Vi allí a ese pobre
burócrata, detestable. Experto en eludir el trabajo, anestesiado de
expedientes. Chupamedia del que estuvo y del que sigue y preparando sus
rodillas para hacer genuflexiones al que viene. Que sólo obedece y da órdenes.
Con toda la indignación de que soy
capaz, pero totalmente frío por dentro, tomé el bastón y lo lancé sobre el
escritorio. Cayó sobre el cristal grueso, que se partió por la mitad. Dando
fuerza a mi brazo estaban los millones de argentinos que soportan atropellos
peores que éste y no pueden hacer nada.
Y muchos otros atropellados sin tener
quien los defienda.
Debo aclarar que esta no era la
primera vez en mi vida que yo necesitaba apelar a la violencia para afirmar un
derecho y exigir un poco de justicia y de respeto. Por eso estaba muy entrenado
en actuar, una violencia externa, con absoluta convicción, pero manteniendo una
frialdad absoluta en mis emociones. Con el vidrio roto, miré fijamente a ese
montón de desperdicio humano y le dije mientras a él le saltaban los ojos de
pánico:
_ Pedazo de imbécil, no sos sordo, no
sos infradotado, ¿Por qué no me contestas a mis argumentos? ¿Sabés por qué no
contestás? Porque sos una piedra, con el perdón de la piedra, que no sabe
pensar_
El inspector, muerto de miedo,
temblaba y ahí le grité, con el bastón en alto.
_¡Esa es la puerta! Si no corres te
rompo la cabeza_
Y efectivamente salió corriendo. Cuando estaba
en el pasillo, le grité:
_La secretaria te va a llevar tu
portafolio. Si te ensuciaste los pantalones, a la izquierda hay un baño._
No vino nadie más. Nadie habló desde
el Ministerio. Yo entregué los diplomas cuando correspondía. La noche de la
entrega, cenamos todos juntos. En la
despedida surgió: “Pepe, fuiste un padre para nosotros” una vez más en
mi vida, fui padre sin ningún hijo biológico.
Como correspondía, con un escribano
público, entregué al Ministerio todos los bienes de la escuela.
Desgraciadamente el método no convencional, dio resultado.
Respetar y ser respetado
Un periodista, buscador de escándalos,
vino a verme y le dije:
_Acá no hay nada grave. El problema es
que respeto y exijo respeto. Lo cual no es usual
Mi insistencia en asistir a la entrega
de diplomas, tenía un profundo significado:
Si me iba antes podía ocurrir que por
cualquier razón arbitraria, decidieran no darles los diplomas, en cuyo caso,
los dos años de sacrificio de los alumnos se perderían.
También podía ocurrir que al no estar
yo, no se hiciera la entrega de diplomas prevista y que quedara supeditada a la
decisión del próximo director. También esto era negativo para los alumnos.
Con mi actitud poco ortodoxa estaba asegurando la obra docente, a fin de que no se perdiera por un capricho absurdo de la burocracia.
El método
Ésta no fue la única vez en la que apliqué el método
al que llamé “uso de la violencia psicológica no física ni armada para detener
una conducta destructiva.”
En este caso, teniendo en cuenta que la vía racional
no daba resultado y la arbitrariedad perjudicaría a los estudiantes y solamente
cuando estaba seguro que no había otro remedio, usé la violencia controlada (el
bastón sobre el vidrio, no sobre la persona). Los lenguajes, verbal y no verbal
contundentes pero también controlados,
en función de las reacciones que iba
observando en el agresor. En este caso, fueron hechos elevados de tono con el
fin de disuadir, no de causar daño.
El método es más complejo y exige dos capacidades
básicas:
Primero, absoluto control emocional por parte de quien
lo aplica, con el objeto de dirigir la situación sin caer en la violencia
generalizada.
Segundo, aplicar la agresión solamente hasta el punto
en que se ve que da el resultado esperado. No más. Esto es posible estando en
control de sí mismo y no bajo los efectos de la ira, sino más bien, siendo
completamente racional frente al conflicto. Es una estrategia que exige cierta
cuota de teatralización con el propósito de dar un mensaje lo suficientemente
firme y certero que persuada al oponente.
Jose Bullaude
Escritor argentino.
Email de contacto: josebullaude@gmail.com
Thursday, February 06, 2014
POETARIO: Pro-Vocativos sin reservas, de Jeniffer Moore publ...
POETARIO: Pro-Vocativos sin reservas, de Jeniffer Moore publicado en el Blog Faro desnudo, del poeta Omar Garzon (Colombia):
Saturday, January 18, 2014
Reflexiones de José Bullaude sobre su 95 aniversario de nacimiento
Poetry and Painting, blog de arte, tiene el agrado de traerles en esta oportunidad, dos textos escritos por nuestro querido escritor tucumano residente en Buenos Aires, Argentina, JOSE BULLAUDE, quien ha cumplido 95 años de edad y desea celebrarlos con estas significativas reflexiones de su pluma,
15 de Enero, a las 10 de la noche. Hubert Reeves y la música.
Ya estoy en los 95 años. Para algunos son muchos años, para otros
pocos. Para mí no tiene tanta importancia discutir la cantidad de tiempo: Llegué. Y me pongo a
pensar que pasaron tantas cosas en el mundo. Llegué a los 95 años.
¿Qué más? Lo demás son palabras o sabio silencio.
Leo a Hubert
Reeves; hay pensamientos que me nutren y usurpan el lugar del sabio silencio.
“La música nos
da acceso al corazón del mundo. Siento gratitud por el universo que ha
engendrado la vida y la música.” Me gusta la expresión “pensamiento mínimo”." Permanecer lo más
cerca que se pueda de las observaciones para evitar que la interpretación cree
por si misma sus propias complicaciones.”
Pienso yo, un
cuerpo tan grande y un corazón tan pequeño, los latidos de este pequeño corazón
permitieron a este cuerpo grande vivir 95 años. Qué maravilla. Puedo oír el
canto de los pájaros, ver flores diferentes y hermosas, compartir la vida con
amigos de largos años. Pero un día me iré. Los pájaros seguirán cantando, las flores naciendo, los
amigos compartiendo la amistad. Yo no estaré, pero todo seguirá sin mí. Qué bello
fue vivir.
Vivió mi cuerpo y mi alma larguísimos 95 años
En ese larguísimo periodo de mi vida, vi transcurrir
futuros, presentes y pasados como si hubiera estado a la orilla del río y
pasara un barco. Gente que se divierte, un momento de sus vidas, un instante en
la historia del mundo.
Capturé instantes armoniosos inmerso en la
corriente del tiempo, percibí el pulso de la existencia que sucede, supe del
retorno de las estaciones con sus alegrías y sus dolores. Escuché, sin palabras y sin prisa a
la naturaleza, en eterno retorno de sus ciclos, recuperar las raíces y anclar en una realidad
permanente y también sentí entrar el aire por mis narices para llenar de vida a
mis pulmones.
Viví el ligero
aroma que perfuma el mundo, acompañándome como un caminante solitario, también vi
las puestas de sol sobre el paisaje que vivía y respiré los densos perfumes de
flores y plantas. Escuchando en un canto siempre vitalizador, los pájaros y la
música, surgieron desde mi memoria imágenes de lo que amo y de lo contrario, en
este basto tiempo al que llamé mi vida acompañando estos espectáculos maravillosos de la naturaleza.
También irrumpieron guerras y catástrofes. Esos momentos negativos también embellecieron más mi vida.
Con un dedo en
la muñeca del otro brazo, viví largos instantes escuchando ese ritmo fiel que
me acompaño toda mi vida y construyó el tejido de mi existencia.
La sucesión de padres, abuelos, vivos y
muertos termino convenciéndome que mi lejano pasado de vida terrestre se
inserta en un tiempo de millones de años.
Estoy
participando en un momento precioso de la historia del mundo. Durante algunos
instantes, sostengo la antorcha de la conciencia, que el latido de mi corazón
me garantiza.
Pero mi vida
como todo lo que vive, un día se extinguirá. No seguiré viviendo la ventura de
la vida sobre la tierra porque ya la habré abandonado. No me es posible ni siquiera imaginar que los
pájaros siguieran cantando cuando yo me haya ido. La muerte también, de amigos,
queridos, me recordó la fragilidad de mi vida y me convenció que ella seguirá
fluyendo cuando yo no esté. Y no me resulta doloroso.
Algunos
piensan que la realidad es coherente y buscan pruebas de esa coherencia; la
atestigua los éxitos de la ciencia, hasta cierto punto. Nada nos demuestra que
la realidad sea definitivamente coherente. “el oficio de la coherencia. Y creer
que se lo puede vivir indefinidamente. Sin perder de vista que se trata de un
acto de fe” según dice Hubert Reeves. La vida es una Epifanía. La analogía, por
supuesto, es la de nuestra existencia.
En primer
lugar es preciso reconocer que hay que extender la hipótesis, a fin de cuentas,
podría ser que la realidad tuviera un sentido, que nosotros desconocemos, la
vida tiene una llama secreta, probablemente también un antes y un después,
que nunca llegaremos a conocer, aunque nos duela.
Con la ciencia
tenemos más respuestas seguras que las que se obtienen de otra manera. A las
preguntas fundamentales la ciencia agrega a la respuesta común que es, un
placebo, otra respuesta más coherente y racional. La ciencia obtiene respuestas
objetivas más confiables que las subjetivas de la sabiduría común, pero, pierde
la belleza. Esas maravillas que no tienen las respuestas científicas. Porque la
objetividad que logra la ciencia, destruye la riqueza y belleza que las otras
respuestas poseen.
95 años
entregados en las manos de la vida, aceptando su propia manera de darme las
respuestas y también de no darme todo lo que el insaciable corazón del hombre
siempre desea.
José Bullaude
Buenos Aires,
15 de Enero de 2014. 10 PM
Thursday, January 09, 2014
LA POESÍA DE NIEVES CHILLÓN EN LA NOCHE EN BLANCO ...
La noche en blanco de Granada: LA POESÍA DE NIEVES CHILLÓN EN LA NOCHE EN BLANCO ...: Los versos de la poeta Nieves Chillón ocupan hoy el espacio de poesía del blog de La noche en blanco de Granada acompañados de una breve b...
Relatos vivenciales del escritor argentino JOSE BULLAUDE:
SERGIO LO SABÍA.
NO DIJO UNA PALABRA
No cabían dudas. Estaba en mi habitación. Ocurrió en un
mes de Julio del invierno más frío que hayan vivido los habitantes de la ciudad
de Buenos Aires. Así consta en los archivos del Observatorio Meteorológico
Nacional.
Me desperté en mi
dormitorio, inquieto. En la oscuridad los números fluorescentes del reloj
marcaban cinco y diez de la mañana. En la otra habitación dormía un amigo
tucumano que estaba de paso y era de poderoso roncar. Yo oía, nítidamente, las
variaciones de sus ronquidos. Pero me perturbaba otra cosa, algo que no podía
percibir, aunque seguramente estaba aquí. No sabía qué era. No producía ruidos.
Afuera, de vez en
cuando, la sirena de una ambulancia entraba en
la guardia del Hospital Rivadavia. Pero eso era afuera. Aquí adentro
había algo, yo lo estaba sintiendo. Pudo ser algo como una persona.
Me quede
quieto. Si de verdad había alguien era mejor que no me moviese, así él pensaría
que estaba dormido y el peligro seria menor.
Ahora sí, ya lo
sabía, lo que estaba percibiendo nítidamente era la respiración de un ser
humano… ¡Y en mi habitación! No había dudas.
Era la respiración de un ser humano en mi dormitorio… alguien que apenas
respiraba. Inspiraba lentamente y espiraba largo. Traté de no moverme, de no
respirar. No lo veía, no sabía dónde estaba, pero estaba aquí.
Los ronquidos de
mi amigo me distraían, no podía agudizar mi oído para saber dónde estaba el que
respiraba.
De repente, sin
quererlo, moví el brazo y choqué con algo duro en mi cama, estaba a mi costado… traté de
mantener la calma, pero el miedo era muy
grande. Empezaron mis temblores en la pierna y el brazo derechos. Eran los
temblores producidos por mi Párkinson que se manifestaba cuando tenía miedo. Yo
estaba en la cama, indefenso ante
cualquiera que viniera a atacarme. Estaba inmóvil, pensé. Debía salir de la
duda ¿Qué es esto que estaba a mi acostado? Me atreví, estiré la mano… era la
pierna de alguien. Parecía un pantalón, se cortó su respiración. Me alteré.
Alguien estaba acostado en mi cama… ¡y yo no lo sabía! Me pregunté ¿Cómo entró?
¿Desde cuándo está acostado aquí? ¿Quién es él? Su respiración, ahora era
clara. Yo lo oí a él. Era un ser humano. No sabía quién. Le tomé la pierna con
fuerza y la sacudí, su respiración se detuvo de nuevo. Alguien, desde el otro
extremo, dijo:
No me moleste, duerma tranquilo y por piedad, déjeme
dormir.
Me quedé frío ¿Quién era? ¿Cómo llegó aquí? Levanté
suavemente la cabeza en la oscuridad, percibí a alguien largo y delgado. Él
roncaba, le sacudí la pierna de nuevo.
- Usted no puede estar aquí, tiene que irse…
- Déjeme tranquilo y déjeme dormir, por favor, dijo la
voz.
- No puede estar aquí, tiene que irse.
- ¿Usted sabe el frío que hace en la calle? en la vereda
está nevando y… ¿Usted quiere que vaya allá?
Tiene una cama enorme para dos personas. Duerme usted solo. No sea
egoísta. Déjeme dormir.
- No puede estar aquí, tiene que irse.
- ¿Usted es cristiano?
- Sí, soy cristiano.
- ¿Qué clase de cristiano es usted? ¿No le da vergüenza?
- Yo no quiero discutir con usted. Tiene que irse.
La piedad que sentía por su sufrimiento, era grande. Pero
el miedo, era mayor. Día a día aumentaban los asaltos a viejos que vivían solos
en departamentos de esta zona. Primero los mataban. Después les robaban.
Me impacienté.
Aumentaban los temblores del párkinson.
El mundo está lleno de cristianos como usted, dijo el
anciano. Están por todos lados. Conquistaron el mundo y vea los desastres que
hicieron. ¿Cristo donde está?
Entre la culpa y
el miedo, ganó el miedo. No pude evitarlo. Por eso, sacudí con violencia la
pierna que tenía sujetada en mi mano. Ella desapareció. Quedé en mi cama
sentado, asustado. Mi brazo quedó temblando en alto, sin la pierna.
Encendí la luz,
llamé a mi amigo el roncador, no me escuchó. Me levanté. Esa noche, no pude
dormir ni volver a mi cama. Pensé: esto no sé bien qué es. Pero puede ser
peligroso. Puede repetirse. Nunca se sabe cómo seguirá. Era todo tan raro. Y
para mi tranquilidad, yo debo tener a alguien que sepa lo que pasó. A quien
pudiera recurrir en caso necesario. Pero no puede ser cualquier persona que me
amargaría la vida y me la complicaría.
Tiene que ser alguien de mentalidad serena y fuerte. Alguien que
comprenda lo que me pasó, que esté conmigo en mi preocupación y no la alimente.
En una palabra, un “aquí estoy cuando hace falta y no estoy cuando no lo
necesito”.
No encontraba la
persona que yo necesitaba, no era fácil. Dejé pasar la mañana sin prisa y
súbitamente la encontré.
Era Sergio.
¿Quién era Sergio? Sergio Oscar Pintos nacido y criado en la provincia de
Corrientes. Era un hombre sencillo de provincia y de familia con la sabiduría
antigua que aprendió en el campo, en su infancia y juventud. Sergio fue un
hombre sabio, pero simple. No era psicólogo, ni filosofo, ni literato. Era todo
eso a la vez, pero mucho más. Era la sabiduría en estado puro. La que conocieron
algunos campesinos en la época en que el agricultor, dialogando con la tierra,
descubría las verdades primordiales que la naturaleza esconde. Un ser humano de
fuerte contextura física que imponía respeto con su sola presencia. Pero su
manera de ser cambiaba el miedo por tranquilidad. Hombre pacifista, negociador,
de una inteligencia natural, múltiple y además, creativa. Transmitía
tranquilidad en los momentos difíciles. Es el conserje del edificio en el que
vivo. Esa es la persona que yo necesitaba. Esperé sumamente perturbado y
asustado hasta las nueve de la mañana y lo llamé.
Sergio… le conté lo sucedido. Él me escucho con atención
y serenidad.
Por un momento, me pareció que quería contarme algo. Pero
no lo hizo. Luego, tranquilo, trató de serenarme. Me dijo, como el más experto
de los psicólogos:
Don Pepe. Usted está muy nervioso. Tiene que
tranquilizarse. Ya sabe. Cualquier cosa que pase, cuente inmediatamente
conmigo.
Sentí una gran paz.
Con Sergio,
hacía cinco años que nos conocíamos. En ese tiempo, nació una profunda y
sincera amistad entre nosotros.
Un día, Sergio me
dijo:
_¿Se acuerda de aquella mañana del anciano en su cama?_
_ ¡Sí! ¡cómo no me voy a acordar!_
_¿Sabe que pasaron ya siete meses?_
_¡Qué rápido pasa el tiempo!_
_Bueno, usted
cuando me lo contó, estaba muy perturbado. No estaba en condiciones de saber lo
que le voy a contar. Ahora ya está bien. Esta fuerte.
Usted me llamó a
las nueve de la mañana. Ese día, Don Pepe, a las seis de la mañana yo abrí la
puerta de entrada al edificio. Encontré el cadáver de un hombre muerto por
congelación, tirado en el tercer escalón de entrada, como si hubiera querido
subir las escaleras para entrar al edificio. Era un anciano delgado y alto._
JOSÉ BULLAUDE
Buenos Aires. Enero 8, 2014.
Thursday, December 19, 2013
Relato vivencial: Cuarenta Grados Centígrados, adiós a la vida, de José Bullaúde.
Para su infección no había
antibióticos. El pronóstico medico auguró “si a los 40º C no se baja la
temperatura, morirá”.
De su cuerpo semidesnudo,
candente, aplastado sobre la cama, emanaban vapores. Luchaban contra su muerte,
médicos experimentados y a la vez, amigos personales. También luchaban, cada
uno a su manera, amigos y amigas de antes y de ahora. Algunos, además, eran
hijos del corazón, pero no de la carne. Todos querían retenerlo.
A los treinta y nueve grados
centígrados, empezó a delirar en un mono diálogo sin fin, con parientes y
amigos fallecidos. Narraba su infancia en una aldea de oriente, “viví el
paraíso”, repetía suspirando.
A pesar de los denodados,
increíbles esfuerzos, no se pudo detener la fiebre. Llegó a los cuarenta grados
centígrados. Hablaba poco, sólo palabras sueltas, estaba inmóvil, respiraba
dificultosamente… dejó de respirar,
pasaron segundos. ¿Cuántos? ¿Alguien lo sabe? ¡Cuántos, por favor! Tenía 80 años.
Entre los presentes, hubo
sollozos entrecortados, respiros de profunda resignación y también doloridos
rechazos. Un denso silencio ambiental. Nadie supo cuánto tiempo dejó de
respirar. Porque, súbitamente, empezó a recuperar la respiración lenta, dificultosa.
¡Milagro! La fiebre disminuye
lentamente.
Abundaron los “por qués” y los
“¿qué pasó?”, pero la alegría fue mayor que la necesidad de indagar.
Más allá de lo que se dijo, y
de lo mucho que no se dijo, fue impresionante la cantidad de amor que la gente
aportó para que un ser humano no los abandonara y siguiera acompañándolos en
sus vidas.
HACE UNOS AÑOS, ÉL DECIA
-
En mi vida busqué la mutua adaptación con mis amigos.
-
De la amistad, hice un culto. Modelé, me
modelaron. Enseñé, me enseñaron. Cuidé, me cuidaron. Amparé, me ampararon.
Guié, me guiaron.
¿QUÉ PASÓ EN LOS SEGUNDOS DE PARO
RESPIRATORIO?
Cuando su respiración se
detuvo, una bolsa invisible en forma de huevo hecha de energía gravitacional,
explotó. Contenía su cuerpo. Toda su vida lo había protegido y encarcelado,
hasta el momento en que el huevo se abrió.
Una energía distinta, potente,
lo succionó llevándolo, sin escalas, hacia otro espacio, dimensión, o como sea
que le llamen. No lo sabemos, no importa. Lo succionó.
Allí encontró una libertad desconocida. Comparó con los ochenta años de
prisión (amor, protección, esclavitud) en el huevo terráqueo. Conoció las
diferencias entre ellas. Viviéndolas.
Estaba ahora en un espacio de
más luz, paz y libertad total… era la ingravidez.
Vio a gran distancia, una
columna. Venía a tanta velocidad, que apenas llegaron, ya se fueron. Todo duró
“cuatro segundos” (en horario terrestre). Pudo dialogar con algunos amigos,
abrazarse con otros, bromear con vecinos, saludarse solamente con los no
amigos, como si el tiempo del desfile hubiese sido de una “hora terrestre”.
Se sorprendió de lo que le
estaba pasando. Tanta velocidad en el trato con la gente, era para él
desconocida.
Estaba pensando en eso, el
avance veloz se repitió. Pero esta vez, era él quien se desplazaba. De nuevo
despidiéndose de cada uno, en no más de cuatro segundos terrestres. Tenía que
acostumbrarse a esto, algo muy distinto a lo ya conocido. Su mente estaba muy
lúcida comparada con la anterior.
EL PENSAMIENTO INDUCE LA ACCIÓN
Contrariamente a la tierra, aquí
los seres humanos no tenían cuerpo sólido, sólo cuerpo sutil. ¿Sería esa la
causa de la gran velocidad? se preguntó. Ahora, podía pensar mucho más
rápidamente.
Apareció un grupo de personas
que discutían. Hablaban todos a la vez. Pero no era un desorden, todo lo contrario. Hablaban uno con otro, como por
canales separados, sin interferir. Cuando un nuevo interlocutor empezaba, no se
interrumpía el dialogo con el anterior, continuaba sin ninguna interferencia.
Él quiso hablar con ellos.
Inmediatamente, un ruso en un nuevo canal le preguntó en un dialecto
desconocido, si hacía mucho que había llegado. Él se admiró, porque sin conocer
el idioma o dialecto, entendió lo que le quería decir. Le contestó
inmediatamente con palabras “no hace mucho, hace poco”. El ruso puso mala cara
porque no le entendía y se lo aclaró.
-
Con palabras, no. Con el pensamiento.
Entonces él buscó cómo hacerlo.
Lo consiguió y lo hizo. Empezaron a entenderse. Otra persona se incorporó al
dialogo ¿problemas? No. Se estableció un nuevo canal y hubo un “triálogo”.
Todos hablaban a la vez sin ninguna confusión, sin necesidad de traducción, no
había ningún error. La comunicación de todos era fluida.
Él descubrió que aquí,
contrariamente a la tierra, el
pensamiento induce la acción.
¿PALABRAS AQUÍ? PARA QUÉ…
Estuvo con personas que vivían
en una especie de aldea, no como las que él conocía, distintas. Vivian su vida
diaria. Bueno, lo que él interpretó que era su vida diaria: iban, venían,
transportaban cosas, conversaban.
Fue a otro lugar, una ciudad
con mucha gente. También gran interacción, muchos comunicantes, pero no caos. Notó que en diversas
situaciones intervenía la voluntad. Pero
acá, era una voluntad sutil. En la tierra, hubiera sido una voluntad pesada.
Aquí, por lo que había visto, todo era menos denso que en la tierra.
Quiso saber más de la aldea con
gente que parecía cultivar la tierra. Tuvo problemas con las palabras. La
palabra “cultivar” no correspondía a la realidad, porque vivían de la tierra,
no la trabajaban. También, la palabra “vivían” quizás no era correcta, porque
estaban unidos a la tierra como una planta al suelo. Pero no era suelo, no era
planta, no era una unión conocida por él. Era otra unión, ¡claro! era otra
realidad. Para la cual no encontraba equivalentes en el lenguaje humano que él
utilizaba. Entonces, decidió adaptarse a la nueva realidad. Si aquí no hay
palabras, ¿no las buscaría? Fácil es decir y difícil es hacer. Después de
ochenta años de vida, permanentemente con palabras, las extrañaba y sentía su
vacío. Pero aquí el pensamiento carece de palabras. Aquí pensar es inducir a la
acción.
Sin tener nada que ver, me
asaltó una duda. En la Biblia, Dios dijo “hágase la luz”. Pero la situación
pudo haber sido igual que la de aquí, el pensamiento inducia la acción.
Teniendo en cuenta, , en ese momento, no existieron todavía las palabras. Porque
según la Biblia, la palabra empezó a existir cuando Adán y Eva le pusieron
nombres a los animales y todo lo creado. Dejo la duda en manos de los
especialistas en estudios bíblicos. El pensamiento de Dios indujo la acción de
“hágase la luz” y se hizo la luz.
ENERGIA y MATERIA. NO
HAY DUALIDAD.
Estuvo en las altas cumbres
con andinistas. El frío era mortal, pero él no lo percibía. En el llano hacía calor. Tampoco lo percibió.
Intentó una experiencia, imposible en la tierra. Estar en los
dos lugares distintos al mismo tiempo. No terminó de pensarlo y estuvo ya en
las frías cumbres y en el caliente llano. Pero no tuvo necesidad de separarse en dos. La misma persona gozó
levemente de la plenitud del aire del llano y levemente, también, sufrió la
escasez del aire de la alta montaña, simultáneamente.
Quedó sorprendido, maravillado. Lo que en la tierra era contradicción “No puede una persona
estar en dos lugares distintos al mismo tiempo”, no era cierto aquí. ¿Podría él encontrar una explicación? Sí,
había encontrado una.
Estaba muy atrapado por su
descubrimiento, cuando sintió un golpe fuerte. Era como de un trueno
deslizándose por un largo túnel.
Lo distrajo, pero inmediatamente
volvió a lo que lo tenía atrapado…
El golpe se repitió. Ahora, le sacudió
todo el cuerpo. El trueno se transformó
en latido y el latido tomó el ritmo
cardiaco. La capsula en forma de huevo con energía gravitacional, se estaba
cerrando. Con él adentro.
Un túnel largo en el cual latía
un corazón, lo fue tragando. Nuevamente,
está en el punto de partida.
Empezó a sentir el peso de la
gravitación terrestre... protección y cárcel.
Escuchó exclamaciones jubilosas, “¡está bajando la fiebre… se salvó!
¡Milagro!” Respiró con dificultad.
Pero él añoraba fuertemente la libertad anterior. No quería que lo
sacaran de su mundo. Quería volver a él. Lo intentó. No podía.
Lo sacuden… no quiere, le
molesta. Ellos están eufóricos, quieren recuperarlo. Ve a sus amigos locos de
alegría, los mira con piedad. Pensó – ¿Por qué quieren que vuelva a esta
realidad oprimente? –
Bajó la fiebre. La cápsula en
forma de huevo, con energía terrestre, terminó de chuparlo y se cerró. Ahora sí, “la protección y la
cárcel”. La gente contenta, lo abrazó. Él no tuvo más remedio. Agradeció. Los
médicos exhaustos sonrieron, le llamo la atención. Los hijos del corazón lo
abrazaron con lágrimas en los ojos.
Como si las aguas de su rio volvieran
a sus orígenes, él empezó su retorno a la vida. Uniendo pasado y futuro en un
presente. En el otro mundo no había
materia, es decir, no había cuerpo. No había muerte. No había vejez. No había
dolor. No había enfermedades. Las aguas
de su rio que regresaban, le mostraban a
sus amigos luchando por amor para traerlo de vuelta a la vida.
El otro mundo perfecto, era
atrapante. Aquí empezó a descubrir en ellos, el amor. Empezó a descubrir en
ellos, un amor antiguo. Había vuelto a
la cárcel terrestre. El otro mundo era perfecto. Este no. Pero aquí, pudieron
unirse los “yos” y los “tus” y crear un “nosotros” por amor. Allá no hay amor y
no lo habrá nunca. El amor allá no existe. Aquí sí.
Aquí el amor no es perfecto,
pero se puede perfeccionar. Las aguas de su rio lo volvieron a su infancia. Y
desde allí inició una nueva vida creada por sus amigos con amor. En ellas,
vivía el retorno de su muerte.
ESTUVO UNOS
SEGUNDOS SIN RESPIRAR
Sus amigos le pidieron que le
contaran lo que le pasó. Pero lo vivido eran pedazos sueltos, sin estructura.
Era necesario organizarlos en secuencias.
Mientras él les contaba, ellos
lo escuchaban embelesados. Al terminar, la pregunta general fue ¿Si tuvieras
que elegir, entre los dos mundos, con cuál te quedarías? ¿CUÁL SERÍA TU
DECISIÓN? Su respuesta fue sin ninguna duda, “me quedo en este mundo porque
aquí hay amor. Allí no hay y nunca lo habrá”.
Un sueño y algo
más
Anoche 18 de Abril de 2012, soñé
con Daniel Alberto Dessein quien me dijo:
-
Tenés que
escribir esa experiencia de tu regreso de la muerte. Pero como cuando la
contás. No como cuando la escribís, que te sale sin vida.
Daniel Alberto
Dessein fue uno de mis amigos de toda la vida, el más entrañable. La amistad
con él fue profunda, creadora y muy generosa de su parte. Hace poco murió. Con
él perdí la posibilidad de nutrirme con la energía de nuestra juventud, que la
recuperábamos al recordar juntos lo que habíamos vivido. Ya no la tengo, pero
esa amistad continúa con su maravilloso hijo Daniel.
No sé,
verdaderamente, qué pasó anoche. Pero esta mañana me desperté y tenía en la
memoria el texto escrito con puntos y comas. Lo que está en estas páginas, es
el texto exacto que vino con el sueño.
JOSE BULLAUDE
JOSE BULLAUDE
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