Ya decae la tarde, confundida
a pesar de la brisa y las gaviotas.
Baja sus brazos, cierra los ojos, llora
por la cornisa gris del horizonte.
Despacio, casi imperceptible,
llueve en alguna parte y nadie entiende.
Principio y fin, tierra encantada,
se ha desnudado inútilmente
bajo el cénit oscuro de la muerte.
JENIFFER MOORE