Saturday, January 18, 2014

Reflexiones de José Bullaude sobre su 95 aniversario de nacimiento


Poetry and Painting, blog de arte, tiene el agrado de traerles en esta oportunidad, dos textos escritos por nuestro querido escritor tucumano residente en Buenos Aires, Argentina, JOSE BULLAUDE,  quien ha cumplido 95 años de edad y desea celebrarlos con estas significativas reflexiones de su pluma,


15 de Enero, a las 10 de la noche. Hubert Reeves y la música.

Ya estoy en los 95 años. Para algunos son muchos años, para otros pocos. Para mí no tiene tanta importancia discutir la cantidad de tiempo: Llegué. Y me pongo a pensar que pasaron tantas cosas en el mundo. Llegué a los 95 años. ¿Qué más?  Lo demás son palabras o sabio silencio.
Leo a Hubert Reeves; hay pensamientos que me nutren y usurpan el lugar del sabio silencio.
“La música nos da acceso al corazón del mundo. Siento gratitud por el universo que ha engendrado la vida y la música.”  Me gusta la expresión “pensamiento mínimo”." Permanecer lo más cerca que se pueda de las observaciones para evitar que la interpretación cree por si misma sus propias complicaciones.”

Pienso yo, un cuerpo tan grande y un corazón tan pequeño, los latidos de este pequeño corazón permitieron a este cuerpo grande vivir 95 años. Qué maravilla. Puedo oír el canto de los pájaros, ver flores diferentes y hermosas, compartir la vida con amigos de largos años. Pero un día me iré. Los pájaros  seguirán cantando, las flores naciendo, los amigos compartiendo la amistad. Yo no estaré, pero  todo seguirá sin mí. Qué bello fue vivir.


Vivió  mi cuerpo y mi alma larguísimos 95 años

  En ese larguísimo periodo de mi vida, vi transcurrir futuros, presentes y pasados como si hubiera estado a la orilla del río y pasara un barco. Gente que se divierte, un momento de sus vidas, un instante en la historia del mundo.
 Capturé instantes armoniosos inmerso en la corriente del tiempo, percibí el pulso de la existencia que sucede, supe del retorno de las estaciones con sus alegrías y sus dolores.           Escuché, sin palabras y sin prisa a la naturaleza, en eterno retorno de sus ciclos, recuperar  las raíces y anclar en una realidad permanente y también sentí entrar el aire por mis narices para llenar de vida a mis pulmones.
Viví el ligero aroma que perfuma el mundo, acompañándome como un caminante solitario, también vi las puestas de sol sobre el paisaje que vivía y respiré los densos perfumes de flores y plantas. Escuchando en un canto siempre vitalizador, los pájaros y la música, surgieron desde mi memoria imágenes de lo que amo y de lo contrario, en este basto tiempo al que llamé mi vida acompañando estos  espectáculos maravillosos de la naturaleza. También irrumpieron guerras y catástrofes. Esos momentos negativos  también embellecieron más mi vida.
Con un dedo en la muñeca del otro brazo, viví largos instantes escuchando ese ritmo fiel que me acompaño toda mi vida y construyó el tejido de mi existencia.
 La sucesión de padres, abuelos, vivos y muertos termino convenciéndome que mi lejano pasado de vida terrestre se inserta en un tiempo de millones de años.
Estoy participando en un momento precioso de la historia del mundo. Durante algunos instantes, sostengo la antorcha de la conciencia, que el latido de mi corazón me garantiza.
Pero mi vida como todo lo que vive, un día se extinguirá. No seguiré viviendo la ventura de la vida sobre la tierra porque ya la habré abandonado. No  me es posible ni siquiera imaginar que los pájaros siguieran cantando cuando yo me haya ido. La muerte también, de amigos, queridos, me recordó la fragilidad de mi vida y me convenció que ella seguirá fluyendo cuando yo no esté. Y no me resulta doloroso.
Algunos piensan que la realidad es coherente y buscan pruebas de esa coherencia; la atestigua los éxitos de la ciencia, hasta cierto punto. Nada nos demuestra que la realidad sea definitivamente coherente. “el oficio de la coherencia. Y creer que se lo puede vivir indefinidamente. Sin perder de vista que se trata de un acto de fe” según dice Hubert Reeves. La vida es una Epifanía. La analogía, por supuesto, es la de nuestra existencia.
En primer lugar es preciso reconocer que hay que extender la hipótesis, a fin de cuentas, podría ser que la realidad tuviera un sentido, que nosotros desconocemos, la vida tiene una llama secreta,  probablemente también un antes y un después, que nunca llegaremos a conocer, aunque nos duela.
Con la ciencia tenemos más respuestas seguras que las que se obtienen de otra manera. A las preguntas fundamentales la ciencia agrega a la respuesta común que es, un placebo, otra respuesta más coherente y racional. La ciencia obtiene respuestas objetivas más confiables que las subjetivas de la sabiduría común, pero, pierde la belleza. Esas maravillas que no tienen las respuestas científicas. Porque la objetividad que logra la ciencia, destruye la riqueza y belleza que las otras respuestas poseen.
95 años entregados en las manos de la vida, aceptando su propia manera de darme las respuestas y también de no darme todo lo que el insaciable corazón del hombre siempre desea.




José Bullaude
Buenos Aires, 15 de Enero de 2014. 10 PM


1 comment:

Pastor Aguiar said...

Qué bendición arribar a los 95 años con tanta lucidez. Hay tanta sabiduría y buena onda en estas reflexiones. Gracias por el rergalo, amigo, que pases por la centuria a toda vela. Gracias, Jeni. Abrazos.